El domingo 27 de noviembre, 5,7 millones de ciudadanos cubanos ejercieron su derecho constitucional al voto, pero un porcentaje sustancial (31,5) de los votantes registrados decidió quedarse en casa ese día. Esto contrastaba marcadamente con las tasas de participación electoral de elecciones anteriores, que históricamente se han mantenido por encima del 90 %. En el pasado reciente, sin embargo, hemos visto una tendencia hacia mayores tasas de abstención (14% en las elecciones municipales de 2017) y (25% en las elecciones de septiembre). “Código de la Familia” referéndum).
A pesar del giro de los medios gubernamentales y estatales —el presidente Miguel Díaz-Canel aplaudió las tasas y resultados oficiales de votación como signos de estabilidad social y política— el hecho de que 2,6 millones de cubanos optaron por no votar en estas elecciones municipales indica un rechazo standard masivo y creciente al régimen. y sus líderes políticos. Además, aproximadamente el 11% de las papeletas (627.000) se dejaron en blanco o se anularon. Que más de 5 millones votaron no debe interpretarse como su apoyo al régimen comunista.
ANATOMÍA DEL SISTEMA ELECTORAL DE CUBA
Mientras que el estado cubano y sus partidarios en todo el mundo afirman, con seriedad, que Cuba es una nación democrática y un modelo de gobierno participativo, son todo menos eso.
Lo que ocurrió el domingo pasado es la primera parte de un proceso electoral bizantino de varias etapas que marca algunas, pero ciertamente no la mayoría de las casillas requeridas por las definiciones comúnmente aceptadas de elecciones democráticas:
[x] Una boleta secreta por cada votante registrado.
[ ] Multipartidismo o bipartidismo.
[ ] Competencia libre y justa entre diferentes candidatos que representan diversas concepts y políticas.
[ ] Ausencia de intimidación de candidatos y votantes.
[ ] Abrir campañas públicas con candidatos que tengan acceso a los medios.
[x] Conteo limpio y preciso de las papeletas.
La estructura de poder del estado cubano es una pirámide — la adición del término “esquema” no es inapropiado, eso comienza a nivel masivo con 8.3 millones de votantes registrados y llega hasta la presidencia.
A diferencia de algunos países como México, Argentina y Australia, donde el voto es obligatorio, en algunos casos con sanciones para los abstencionistas, los ciudadanos cubanos no están obligados a emitir su voto. Sin embargo, existen formas blandas de coerción, como las presiones sociales para participar; y esta vez, el estado se involucró en una campaña mediática masiva alentando una alta participación electoral. Si bien el grupo opositor Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CDTC) tenía algunos candidatos propios a nivel municipal, abogaba por la abstención de los votantes pero carecía de acceso a la televisión, la radio, los periódicos y otros medios, todos monopolizados por el Estado.
A los votantes cubanos se les presentó la opción de dos (en algunos casos tres) candidatos a delegados o concejales municipales, un whole de 26 746 personas (nominadas a mano alzada en reuniones a nivel de barrio) compitiendo por 12 427 espacios. Según el vicepresidente de la CDTC, Manuel Cuesta, los pocos candidatos de la oposición con mayores posibilidades de ser elegidos fueron hostigados e intimidados para sacarlos del proceso. En su característico cinismo y superficialidad de pensamiento, el Estado calificó a los candidatos de la oposición como “mercenarios”.
La votación del domingo marcó la última oportunidad para que los ciudadanos comunes participaran en el enrevesado y antidemocrático proceso electoral de Cuba. Ahora han cedido el poder político a alrededor de 12.500 delegados que el 17 de diciembre tendrán la oportunidad de votar por la mitad de todos los miembros nominados (la Comisión Nacional de Candidaturas aceptó) de la Asamblea Nacional, un cuerpo que actualmente incluye 605 personas, programado para ser reducido a 474 tras las elecciones de 2023. La otra mitad son elegidos por líderes de organizaciones comunistas no independientes, como sindicatos, organizaciones estudiantiles y de mujeres, and many others., de una lista de candidatos nominados de forma antidemocrática por la Comisión.
Después de todo el lío y las maquinaciones antidemocráticas para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional, uno pensaría que es un cuerpo legislativo poderoso, pero no lo es: se limita a aprobar leyes solo durante dos breves sesiones anuales. La autoridad para legislar durante el resto del año recae en el Consejo de Estado de 31 miembros, elegidos por la Asamblea Nacional. También tiene la facultad de elegir entre “entre” un solo candidato (Díaz-Canel) a la presidencia de Cuba, quien en 2019 recibió los votos de 579 de los 580 asambleístas que participaron en el acto. el esta listo para “reelección” en marzo de 2023. A menos que suceda lo inimaginable, permanecerá en el poder hasta 2028.
Hay un sabio proverbio español: “El hombre propone y Dios dispone” (El hombre propone y Dios dispone).