Un infante de marina estadounidense ayuda a un niño a bajar de un barco de refugiados cubanos durante el puente del Mariel.
Foto AP
Hace dos semanas, participé en una discusión pública en FIU con el autor de “Cuban Privilege, the Making of Immigrant Inequality in America”.
El 20 de diciembre, la autora Susan Eckstein escribió un artículo de Herald Opinion donde caracterizó mal nuestra discusión punto-contrapunto esa noche, donde me invitaron a expresar la opinión de los exiliados cubanos sobre el libro.
He leído su libro de cabo a rabo. Y sigo pensando que Eckstein hace dos afirmaciones clave que deben abordarse.
La primera es que los exiliados cubanos recibieron un trato migratorio sin precedentes en Estados Unidos.
La segunda es que los exiliados no merecían del todo el trato de refugiados ya que la mayoría de ellos no enfrentaban persecución directa ni tenían temor fundado de ella en Cuba.
Según las primeras páginas de Eckstein, Exiliados cubanos “fueron imaginados” como refugiados por sucesivas administraciones estadounidenses y por lo tanto privilegiados por esta “construcción”.
El autor afirma reiteradamente distintas variantes del concepto de que los cubanos no eran refugiados porque “estaba en riesgo su estilo de vida pero no su vida”.
Para hacer esta última afirmación, el autor tendría que descartar evidencia abrumadora de que, hasta el día de hoy, el régimen de Castro ha institucionalizado niveles masivos de terror estatal sistemático. Masacres, ejecuciones, encarcelamientos políticos masivos, campos de concentración, hostigamientos y ataques sistemáticos a disidentes por parte de turbas organizadas por el gobierno, así como otras medidas represivas, han sido instrumentos de la política interna en Cuba desde la revolución.
En peligro
Estas medidas se han aplicado tanto a enemigos activos del régimen y disidentes pasivos como a católicos, protestantes, testigos de Jehová, homosexuales, artistas e intelectuales inconformistas, entre otros, quienes han sido objeto de una constante represión y persecución.
Estos cubanos fueron despojados de sus bienes y el régimen les prohibió regresar a su patria. De hecho, bastaba con solicitar la salida authorized del país para que los ciudadanos sufrieran la marginación de la sociedad cubana.
Además, intentar irse se castigaba con la muerte o el encarcelamiento. En la década de 1960, el régimen limitaba y controlaba las cartas y las llamadas telefónicas a familiares en el exilio. La correspondencia con un ser querido en el extranjero period una causa para bloquear el avance dentro de la nueva sociedad.
En 1959, Fidel Castro impuso nada menos que el primer régimen comunista totalitario en la historia del Hemisferio Occidental.
Los cubanos libres enfrentaron valientemente al régimen y continuaron luchando contra él. Desafortunadamente, el apoyo de Estados Unidos fue a menudo inconsistente y, en el peor de los casos, como en la invasión de Bahía de Cochinos, resultó en una traición complete. Gracias al Acuerdo Kennedy-Khrushchev de 1962, Estados Unidos no persiguió decididamente ningún esfuerzo por lograr la liberación de Cuba.
Ante el quiebre de una de las sociedades más prósperas de América Latina, las sucesivas administraciones estadounidenses llevaron a cabo diversas iniciativas para enfrentar el éxodo masivo, ya sea la Operación Pedro Pan, Camarioca, los Vuelos de la Libertad, el Mariel Boatlift, la Disaster de los Balseros de 1992 y la continua llegada de hoy de Los cubanos por tierra y mar, no pueden ser ignorados.
Es el resultado tanto de la represión totalitaria en Cuba como de los fracasos de la política estadounidense para ayudar con éxito a los cubanos a recuperar su libertad. Sí, Estados Unidos generosamente abrió sus puertas a los refugiados cubanos, pero la prioridad colectiva de los exiliados iniciales siguió siendo la liberación de su patria, no permanecer aquí permanentemente.
Para entender por qué los refugiados cubanos sufrieron directamente la persecución o por qué tenían un fundado temor a ella, habría que estudiar la aplicación plena del totalitarismo en Cuba. Sin embargo, tal vez de manera reveladora, la palabra “totalitario” solo aparece una vez en “Cuban Privilege” y solo entonces en referencia al lenguaje en un proyecto de ley estadounidense.
Sí, el tratamiento de los refugiados cubanos en el proceso de inmigración sí tuvo un precedente en la aplicación del estatus de “refugiado” de las sucesivas leyes y directivas de inmigración estadounidenses a personas que huían de otros regímenes comunistas totalitarios. Los cubanos no fueron los primeros. China y Hungría se destacan como excelentes ejemplos de países a cuyos refugiados también se les ofreció una entrada especial humanitaria a los Estados Unidos.
Mientras se desarrollaba la Guerra Fría, Estados Unidos se vio a sí mismo como un refugio para quienes huían del comunismo y otros gobiernos represivos.
Hay otros dos factores esenciales en la situación cubana: la cercanía geográfica y cultural de los Estados Unidos a Cuba, así como la culpa de los EE. de más cubanos que buscan reasentamiento aquí.
Situación de refugiado
Entonces, ¿por qué el autor basa el libro en estas dos afirmaciones, que los cubanos no somos refugiados y que injustamente recibimos un trato especial, cuando la abrumadora evidencia histórica y social muestra que los cubanos exiliados han sufrido persecución directa o temor fundado de ella? y que el estatus de refugiado cubano no tenía precedentes, sino algo related al estatus proporcionado a los refugiados de otros países totalitarios comunistas?
Creo que un sesgo ideológico ha afectado la precisión del trabajo de Eckstein. Las páginas de su libro están salpicadas de declaraciones ideológicas que no se basan en datos o análisis fácticos.
Por ejemplo, la autora sostiene que el régimen de Castro encarnó “el derecho de Cuba a la autodeterminación…” Pero nunca cuestiona cómo un país donde todas las libertades básicas fueron eliminadas en menos de 18 meses después de una revolución pudo determinar libremente su destino.
Y en la misma frase, el autor afirma que Estados Unidos “…privilegiar a los cubanos nunca fue noble”.
Eso constituye una declaración de valor, lo que plantea la pregunta de por qué el autor considera que Estados Unidos está ayudando a los cubanos a recuperar las libertades fundamentales prometidas por el nuevo régimen mientras luchaba por el poder contra el ex presidente Fulgencio Batista, o ayudando a los cubanos a huir del régimen de Castro una vez. había traicionado esa promesa inicial, no period un acto digno.
¿Y por qué no?
Orlando Gutiérrez Boronat es autor del libro “Cuba: la doctrina de la mentira”. También es el coordinador de la Asamblea de la Resistencia Cubana.