En 2018, Corea del Sur generó el primer y más exitoso movimiento #MeToo de Asia. Pero a su paso, una ola de antifeminismo recorrió el país, alimentada por hombres jóvenes preocupados de que, en su sociedad hipercompetitiva, las mujeres estuvieran ganando terreno. Se oponen a tener que cumplir el servicio militar obligatorio, que les impide trabajar hasta dos años. Han logrado convertir el feminismo en una mala palabra, con algunas mujeres ahora avergonzadas, o incluso temerosas, de usarla. Pero lo más significativo fue que lograron que el presidente respondiera a sus gritos de guerra.