Finalmente, Rubio ha visto la luz. La aplaudida película que en ocasiones se convierte en la competencia de aplausos del Pageant de Cine de Cannes, ahora logra mantener el foco de atención del público y todos aquellos que la han visto dividen sus opiniones en calificativos como “chic” o una “afrenta”. a la diva de todos los tiempos: Marilyn Monroe.
En tiempos tan polarizados, es difícil aportar matices y centrarse en un análisis pausado de determinados temas. El cine constituye un universo de representaciones, dentro del cual al espectador le cuesta —o no le gusta— ver los hilos que se tejen en la ficción. En ese sentido, Marilyn Monroe es una de las mayores certezas dentro del audiovisual, ella es cine; ella es un ícono, y los símbolos no deben ser deconstruidos, sino adorados.
En la historia del cine occidental, Marilyn Monroe ha sido recreada en varias ocasiones, pero siempre con alegría. Su vida ofrece momentos para la especulación, para el homenaje solemne, pero hasta el estreno de Rubio Marilyn Monroe nunca se había convertido en una víctima. Es este último recurso el que molesta tanto al público como a la crítica.
Dominik, que además de director es guionista de la película, se basa en el libro de Joyce Carol Oates, Rubia: una novela sobre Marilyn Monroe, y a lo largo de la película transforma a la gran Marilyn Monroe en la sufrida y maltratada Norma Jeane. Es en este balneario donde el director puso toda su tesis cinematográfica, y aunque se ha aclarado una y otra vez que la película no es un biopic, su forma de presentar a los personajes, la estructura de montaje, remite inevitablemente a este subgénero cinematográfico y molesta a los espectadores, que esperan encontrar la precisión de una vida, que ellos mismos han construido para sí mismos por admiración y que ahora no se corresponde con lo que ven en la pantalla.
Sin embargo, por momentos la película presenta una narrativa que intenta escapar de las anécdotas a las sensaciones, en busca de una identificación con el personaje y el desmantelamiento del mito. El desplazamiento de Marilyn Monroe del mito, de una mujer horny, que pudo haber tenido episodios de desestabilización emocional o abuso de drogas, al papel de víctima, es un recurso arriesgado que está sobreexplotado cinematográficamente y produce el efecto contrario a la simpatía que pretende generar. generar.
Lo que ocurre con la desestabilización emocional es que se suele entender como una situación muy explicit en la que no existen responsabilidades sociales, solo hechos, momentos desafortunados que llevan a la persona a convertirse en alguien incapaz de comportarse bajo unos patrones establecidos. No existe un poder responsable de dicha desestabilización, el poder es solo un regulador de los síntomas y aislamiento de los pacientes. Cuando una persona es retratada como “loca” o visiblemente perturbada, sus acciones, sus historias, son su responsabilidad.
Sin embargo, cuando se presenta a una persona como víctima, se deja un espacio para mostrar al victimario. Esta forma suele incomodar a más de uno, porque es necesario reconocer responsabilidades.
que pasa en Rubio es que la mirada de Dominik pasó de presentar a Marilyn Monroe como víctima de una industria cinematográfica patriarcal, que la convertía en objeto y producto, a una mujer victimizada. Y aunque pueda parecer que es lo mismo, no lo es; en el primer caso, el personaje puede conservar su dignidad y no ser definido sólo por este hecho mismo, en el segundo, el que outline el tono de la película no da lugar a la dignidad del personaje.
Rubio corre entre dos estructuras completamente diferentes. Uno es la creación del personaje femenino a partir del cual se busca mostrar a Marilyn Monroe como actriz ya través de su profesión mostrar su psique para revalorizar a la persona que está detrás del mito. El otro es la recreación de condiciones de vida, momentos y escenarios del personaje, dentro de los cuales se explota la misma mirada machista que intenta criticar.
Durante la primera estructura, el propio personaje femenino es donde Ana de Armas puede aportar su matiz y diferencia como actriz principal. Aunque mucho se ha hablado de lo que significó interpretar a Monroe, la actriz nunca se deja abrumar en su interpretación por el peso del símbolo, quizás porque en muchos momentos opta por interpretar a Norma Jeane más que a la propia Marilyn. Si bien Dominik no ha podido escapar de recrear escenas icónicas de la vida y las películas de Monroe, De Armas no cae en ningún cliché gestual que comúnmente se le atribuye a su personaje.
La actriz cubana construye mujer, actriz, hasta que inevitablemente no puede sustraerse a la construcción de víctima, porque mientras intenta recrear a Norma Jeane, la directora y guionista, junto a la fotografía y el montaje, sobreexplotan y victimizan a Marilyn.
Un ejemplo clásico de este desequilibrio entre la construcción de personajes y la composición de la trama se ejemplifica con la puesta en escena y la presentación de los personajes masculinos. Las parejas de la actriz, mánagers, productores, todos son presentados bajo un soplo de misterio, que lejos de mostrarlos como parte de ese sistema de perpetradores que contribuyeron al maltrato de la actriz, parecen ser solo “sombras” dentro de su vida private. infierno.
El nivel de superioridad ethical que les otorga la fotografía en la película es clásico de una mirada masculina que busca inmortalizarlos en sus roles profesionales y distanciarlos de sus implicaciones morales en la vida de su pareja. Así, tenemos al beisbolista Joe DiMaggio (Bobby Cannavale), quien es solo un “hombre de familia”, que recurre a la violencia física hacia la actriz, pero lo único que pretende es “protegerla”. La composición de la escena de violencia física de DiMaggio hacia Marilyn es un clásico reflejo de cómo el cine ha ido construyendo la superioridad de los personajes masculinos sobre los femeninos.
La escena en la que Cannavale permanece de pie, mientras De Armas, desde el suelo, exclama que es “su culpa”, indica una relación de fuerza en la que se criminaliza dramatúrgicamente modelos no tradicionales de relaciones afectivas, como el trío, y al mismo tiempo se obvia por completo que Marilyn Monroe, la protagonista de la película, también está siendo víctima de violencia física, de pornografía-venganza.

La victimización que sufre la película se expone muy claramente en este arco argumental, ya que el personaje femenino no solo ha sido golpeado, juzgado, sino que ni siquiera ha sido objeto de la transacción de venganza. Sus antiguos amigos y amantes Cass (Xavier Samuel) y Eddy Robinson Jr. (Evan Williams), convocan a su esposo, DiMaggio, para iniciar el chantaje por las fotos en topless, no de la actriz, sino de su esposa.

La racionalidad con la que se construye el personaje de Arthur Miller (Adrien Brody) se contrapone a uno de los momentos más sentimentales del personaje de Marilyn/Norma. Hay otra escena clave en este período ficticio de la película para enfatizar aún más la victimización de las mujeres. Marilyn está en el jardín recogiendo algunas flores y mientras habla con su hijo por nacer, lo que podría haber sido una escena completamente funcional que ilustra el difícil camino de la estrella hacia la maternidad se complementa con una banda sonora y la generación de un feto mediante efectos visuales que resaltan y contradice la thought ilustrada al comienzo de la película: la dificultad que representaba para la actriz abortar, para priorizar su carrera.

Una lectura common del texto de la película, en la que este recurso visible del feto por nacer aparece en más de una ocasión, podría indicar una marcada posición en contra del aborto, que en la actualidad en que este tema se encuentra en todo el mundo y específicamente en los Estados Unidos. Unidos, hace más daño que bien al contexto fuera de la pantalla.
En el largometraje, el único personaje masculino que se intenta poner “en disaster”, o al menos recrear otras versiones de él, distintas a las idealizadas, es “El Presidente” (Caspar Phillipson), en una clara alegoría al presidente estadounidense John F. Kennedy. Pero, una vez más, el intento de profanación fracasa.
Para lograr el espíritu de crítica y revisión de situaciones o momentos históricos que la película intenta sugerir, la protagonista femenina debe ser el sujeto de las acciones dentro de la escena, como una forma de analizar la construcción del personaje histórico como objeto, lo que no sucede en el encuentro sexual entre Monroe y Kennedy recreado en la película.
La cámara vuelve a centrar el foco en el placer que recibe el personaje masculino, mientras que el personaje femenino permanece tranquilo haciéndole una felación. El espíritu crítico de la situación intenta imponerse a través del diálogo que mantiene Marilyn Monroe, casi a cámara, expresando que todo puede estar bien o mal actuado, pero la referencia palidece justo cuando relaciona la propia escena con una de “porno suave, que no hace más que resaltar la posición sumisa de los personajes femeninos en este tipo de películas.
Rubio es una película accidentada en su postproducción debido a las diferencias entre el director y los productores en cuanto a sustraer o dejar escenas, duración de la película, entre otros elementos, y así se siente en el producto closing. Dominik intenta dejar atrás la película biográfica, pero se mete en otros clichés mucho peores. Las diferencias en el desarrollo del personaje frente a la trama también dan lugar a devaneos estéticos y al uso de recursos que no están bien justificados en la película, como el paso de escenas en coloration a escenas en blanco y negro.
Ana de Armas se esfuerza por hacer ver a Norma Jeane en perspectiva lo que fue Marilyn Monroe: su salvación y su carcelera, sin embargo, sucede que esta búsqueda debe transcurrir en escenarios trillados, donde ella debió ser protagonista y sujeto de acción y acabó siendo un adorno más del plató de cine.
Quizás esto sea un poco la maldición de la actriz convertida en mito. Marilyn Monroe intentó una y otra vez escapar de su cabellera platinada para encontrarse con su rebelde pelirroja, luchó con todas sus fuerzas para que sus personajes se separaran de los inertes diamantes y sedas que los vestían, y aún hoy no queda nadie en el horizonte que puede recrear y honrar cinematográficamente en toda su complejidad al personaje convertido en mito.