Luego de haber firmado los libros en poder de decenas de personas en una larga fila, Leonardo Padura (Mantilla, 1955) accedió a tomarse unas fotos junto a un cuadro de Borges a la entrada de la sala que lleva su nombre en la Biblioteca Nacional Argentina. La thought surgió del fotógrafo Dante Cosenza, del diario La Naciónpero aproveché para tomar una instantánea y, mientras tanto, agradecer personalmente al escritor por la entrevista que me había concedido por correo electrónico hace dos años.
Padura es un pobre lector de poesía y ávido de narrativa, cube. Le podría haber preguntado sobre su relación con la literatura de este país y su relación con el país de donde viene. Había dicho frases interesantes, como que “el futuro de Cuba tiene que pasar por una conciliación entre cubanos”, tras referirse a lo que llamó “aire de conciliación entre las dos orillas”, relativo al momento de apertura entre Estados Unidos. y Cuba, fomentada durante la presidencia de Obama. Pero la conversación fue elemental. Tenía prisa y había concedido miles de entrevistas estos días. “Envíame un correo electrónico”, dijo.
Podría decir algo más sobre lo expresado durante la presentación de su última novela personas decentes (Editorial Tusquets), una historia en la que el autor de libros como El hombre que amaba a los perros y La novela de mi vida tomó algún placer, por decirlo de alguna manera. Una fue asesinar a un censor cultural de los años 60, bautizado como Reinaldo Quevedo, “el abominable”. Muchos censores cubanos están encarnados en él.
Foto: Lez.
“Dije, me voy a vengar por todos los hijos de puta que persiguieron, mancillaron y humillaron a los intelectuales cubanos. Te voy a contar sólo dos nombres de intelectuales que sufrieron esa etapa: José Lezama Lima y Virgilio Piñera. Imagínese de ahí en adelante cuántos escritores, artistas, músicos, profesores quedaron marginados”.
Es el “complemento” o la “resolución definitiva” de un conflicto ya previsto en su novela máscaras, donde refleja ese período de persecución y marginación de los intelectuales cubanos; años dramáticos, traumáticos, que no cesaron por completo. “Lo había escrito desde el punto de vista de las víctimas, pero me dije: lo voy a escribir desde el punto de vista de los perpetradores”.
El otro placer fue inventar un personaje que ya había tratado como periodista y cuya historia lo persigue desde hace muchos años: la vida del proxeneta Alberto Yarini y Ponce de León. “Ha sido el proxeneta más famoso de la historia de Cuba. Empecé a tantear esa historia en 1987, cuando trabajaba para un diario en La Habana y publiqué un reportaje”.
Durante esta conversación con la periodista y escritora Hinde Pomeraniec, Padura contó detalles como que “Personas decentes” period el cuarto título, que antes había pensado en “Huracanes tropicales”, “Delirio habanero” y “Epifanía habanera”; que la decencia es un “juicio ético” y que “cualquier sociedad es la suma de muchos individuos, y si muchos individuos se comportan decentemente, al ultimate tendrán una sociedad más decente”. También, que quería volver al género policiaco, porque sus últimos libros de Mario Conde (ahora en personas decentes un guardia en el restaurante de un amigo) había sido cada vez más “más social, más existencial, más filosófico”.
Respecto a la historia alternativa: “Yarini es un personaje muy curioso, porque es un proxeneta, pero tuvo, por ejemplo, el entierro más populoso de la primera mitad del siglo XX. Tenía participación política, un discurso político. Vivía de las mujeres, pero al mismo tiempo protegía a ciertas mujeres. Period amigo de los negros del puerto… Un hombre que proviene de una familia aristocrática. Su padre fue el dentista más importante de Cuba. Tanto es así que la Facultad de Odontología de la Universidad de La Habana todavía se llama Cirilo Yarini”.
A diferencia de otras épocas, no hubo referencias directas a la Cuba contemporánea. Tampoco hubo rondas de preguntas, solo la conversación entre Padura y Pomeraniec. Algunas frases que podrían apuntar a la realidad las cube su personaje Mario Conde en la novela. “No es justo que vivamos con más miedo del que deberíamos”, es una de las frases del libro que, aunque en boca de su personaje, ha utilizado esta vez Padura. Y discutiendo sobre la década de 1970 y el sentido de un sistema que condiciona a las personas hasta convertirlas en delatores, señaló: “Podemos tener miedo al dolor, miedo a la muerte, miedo a los leones, miedo a las ranas, pero no a otros. miedos que nos provoca la sociedad, y yo creo que mucha gente se movió y se sigue moviendo por miedo”.
“Afortunadamente, hay un ligero cambio de política en la década de 1980 y mi generación se benefició de eso. En los 90 algo pasa, y es que se crea un distanciamiento entre los creadores y las instituciones en Cuba; una distancia que se ha mantenido y que hemos aprovechado como espacio de libertad. Porque las instituciones dejan de responder a la posibilidad de concretar la obra de escritores y artistas, y eso crea un espacio de libertad. Y se ha mantenido y ha crecido, afortunadamente”.
Temas que, de alguna manera, trata este libro y fueron comentados:
1: decencia y felicidad.
2: lo políticamente correcto: “Me llevo muy mal con lo políticamente correcto; Aquí no sé, pero en España hay que especificar el género al hablar, porque hay que buscar la igualdad de la mujer en el idioma; pero una mujer en España gana menos dinero que un hombre por el mismo trabajo”. “Imagínate, se está comentando que en las ediciones de Tom Sawyer, de Mark Twain, la palabra nigger desaparece y se cambia por afroamericana. Se ve muy bien, pero eso es terriblemente peligroso”.
3: Los Rolling Stones en Cuba: el hecho de verlos en vivo después de años en los que a una generación se le prohibió escuchar esa y otras músicas. Lo prohibido y sus repercusiones para un individuo. La novela comienza con una frase, leyó: “Demasiado tarde”.
4: el acercamiento de Cuba y Estados Unidos: Fue un “momento especial en la historia reciente de Cuba. Hubo un momento de euforia. Parecía que las cosas podían cambiar. La gente abrió pequeños restaurantes, hostales… había intercambios académicos, religiosos, deportivos y esa sociedad se movía. Fue, al ultimate, un paréntesis. Luego vino Trump y cambió las políticas de Obama, quien cambió sus políticas hacia Cuba no porque fuera especialmente bueno con Cuba, sino porque se dio cuenta de que con un cambio de política, podía cambiar las cosas en Cuba. Creo que, efectivamente, podría haber cambiado las cosas. Con Trump volvió el atrincheramiento de siempre, el lenguaje de guerra fría, las sanciones, el aumento del bloqueo, que es actual, porque hay mucha gente que cube que el bloqueo es un pretexto del gobierno cubano. Puede ser utilizado como pretexto, pero es actual”.
Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias y Premio Nacional de Literatura en Cuba, cumplió 67 años en el avión que lo llevó a Buenos Aires, ciudad a la que llegó por primera vez, dijo, en 1994. Para una feria del libro, propuso una de sus obras al director de la editorial Planeta, conglomerado al que hoy pertenece su editorial. Él respondió: “Novelas policiacas cubanas, no”.
También cube que el mismo libro (pasado perfecto) había sido publicado en México y no en Cuba, como se titulaba entonces un escritor con su debida autorización, por lo que “un señor argentino que vivía en Cuba y que tenía un cargo burocrático oficial, que period como una especie de representante de facto de todos los escritores cubanos, le dijo: tú sabes que no puedes hacer eso. Esta vez te perdonaremos, pero no lo vuelvas a hacer”.
Leonardo Padura se considera muy generacional, cree que su generación es la mejor que ha tenido la isla. Padura tiene un amigo que cuando se encuentra con él siempre le suelta la misma frase: “Joder, vaya ultimate que hemos tenido”.